A veces, las instituciones funcionan con prontitud. Y es muy de agradecer.
Así ha sucedido con la Junta del Distrito de Moncloa-Aravaca.
Ayer, en una de las primeras tardes cálidas de este frío invierno, se inauguró la placa en homenaje a Alicia Lázaro Cadenas, apenas seis meses después de que nos dejara.
La cita era en la madrileña calle Ferraz, número 110, donde vivió. Y hasta allí acudimos, convocados por el amor y la memoria (y espoleados por la diligencia de Ana Zamora), amigas, amigos y familiares.
Fue un acto sencillo y cariñoso, lleno de historias y complicidades. Como a ella le hubiera gustado.
Alicia era –es–, como reza la placa, "directora musical y musicóloga, que destacó como investigadora, recuperando música tradicional española y contribuyendo a la difusión de la música antigua".
Pero también (y, tal vez, sobre todo), como recordó su hermano Javier, una mujer empática y solidaria, feminista, luchadora infatigable de causas nobles, apasionada de su trabajo, creadora incansable. Dispuesta siempre a ayudar. A pie de laúd hasta el último momento.
Así la queremos.
Y así permanece en nuestra memoria. Y en nuestras vidas.
María Ángeles Sánchez
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