lunes, 12 de marzo de 2012

Fallas, al otro lado de la foto, al otro lado de la vida


Medianoche del 19 de marzo. San José. Equinoccio de primavera. Y las fallas de Valencia humeando. La del Ayuntamiento, ardiendo literalmente.

No es fácil llegar hasta allí: atascos, permisos, acreditaciones… Esas cosas que, para quienes no sabemos muy bien qué vamos a hacer al día siguiente, resultan complicadas de resolver. Pero aquí estoy, en primera línea, frente al monumento envuelto en llamas. En llamas y en humo. Frustración. Un año esperando una nueva oportunidad para obtener una fotografía que no es inédita, ni mucho menos, en mi archivo. Pero parece que nunca estamos satisfechos. Un año que se va al traste por la humareda.
Decepcionada, me vuelvo de espaldas. Y allí aparece, deslumbrante, la corte de falleras infantiles dando rienda a sus emociones. Se acaba su reinado, 365 días vividos con una intensidad que acaso no vuelvan a conocer. Sus voces entrecortadas entonan un himno. El resplandor del fuego ilumina sus rostros. Unas cantan, otras lloran, otras contemplan, otras se abrazan…
Viendo ahora la fotografía, me evoca una compleja historia de sentimientos y sensaciones, de luz, de color, de ruido, de pólvora (que tanto reconoce mi origen mediterráneo). Una explosión de belleza y colorido, como son a menudo nuestras celebraciones tradicionales.
Me gusta esta imagen. Por eso la he elegido entre más de 150.000 tomadas en unas fiestas en las que, como en la vida, a veces lo que de verdad importa es justamente lo que está del otro lado.
Darse la vuelta para mirarlo no resulta siempre fácil.
María Ángeles Sánchez

*publicado en Altair