LOS ESCOBAZOS. JARANDILLA DE LA VERA (CÁCERES), 1994.
Las vísperas de las fiestas de invierno, como ésta de la Inmaculada (Concepción, en Jarandilla), son muy interesantes. Y suelen estar presididas por el fuego.
En este precioso pueblo de La Vera cacereña la procesión nocturna del estandarte de la Virgen, que el mayordomo porta a caballo, está jalonada por hogueras y cientos de teas ardiendo: los escobazos, que le proporcionan su nombre popular.
De las batallas que aquí y allá se emprenden con ellos, más vale alejarse. Y, en todo caso, ir bien protegido.
Esa noche se cantan coplas relativas a la Concepción Inmaculada de María, donde se mezclan la devoción, el respeto y ese carácter verato, que le saca punta a todo:
"Ardía la zarza / y la zarza ardía / y no se quemaba / la Virgen María. / Ardía la zarza / y la zarza ardió. / La Virgen María / doncella y parió. / ¿Cómo pudo ser? / ¿Cómo pudo ser? / Aquel que lo hizo / bien lo supo hacer".
O esta otra:
"Ellos eran cuatro / y nosotros ocho / qué palos les dimos / ellos a nosotros".
Son geniales.
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María Ángeles Sánchez