EDUARDO FALÚ. 1973.
Conocer a Eduardo Falú en diciembre de 1973 es uno de los privilegios que me deparó mi oficio de entrevistadora.
Era un caballero. Y un genio de la guitarra, la composición y el canto.
Publiqué la entrevista en el diario "Ya", de Madrid, a primeros de febrero de 1974. Y en el Servicio Exterior de la agencia Efe. Hacía dos versiones, según el destinatario. ¡Había que ganarse la vida!
Falú (que nació en Galpón, Salta, el 7 de julio de 1923) me escribió desde Buenos Aires una amable nota de agradecimiento, que comenzaba: "Apreciada niña". Ése era su delicado espíritu. Yo tenía 21 años.
Hijo de inmigrantes sirios, musicó letras sobre todo del poeta Jaime Dávalos, pero también de Sábato y Borges.
Muchos intérpretes cantaron sus temas: Jorge Cafrune, Los Fronterizos y Los Chalchaleros, entre otros.
"Jaime Dávalos y yo", me dijo, "fuimos los primeros en poner poesía a la música, en lugar de letra".
"La 'Suite argentina', con la Camerata Bariloche", proseguía, "no es música sinfónica, sino folklórica, tratada de una forma más elevada".
La Camerata Bariloche es un prestigioso conjunto de cámara, especializado en música barroca, que tocaba la "Suite argentina", de Eduardo Falú, "como si hubiéramos interpretado a Corelli'".
"El auge de la música tradicional en Argentina", señalaba Falú, "comenzó hacia los años cuarenta, con la llegada a Buenos Aires de gente como Atahualpa Yupanqui, los Hermanos Ábalos, Ariel Ramírez y yo mismo".
Ése es el nivel, para quien no lo conozca, de mi querido Falú.
Y yo tuve la inmensa suerte de descubrirlo de su mano hace ya medio siglo.
María Ángeles Sánchez
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