domingo, 19 de diciembre de 2021

INSTAGRAM

 


EDITH PIAF


Me fascinaba en mi adolescencia. Y me sigue fascinando en la edad provecta. Y siempre por las mismas razones: su entrega tenaz, generosa y apasionada, a su arte. Al amor. Y a la vida. Con todos sus matices y contradicciones.


Edith Piaf nació Edith Giovanna Gassion el 19 de diciembre de 1925 en el distrito parisino de Belleville. La leyenda, alimentada por ella misma, sostuvo durante decenios que había nacido en plena calle, debajo de una farola.


La biografía de Robert Belleret, aguerrido ex reportero de "Le Monde", vino en 2013 a desmontar éste y algunos otros puntos de una vida que, ciertamente, no necesitaba muchos añadidos para ser legendaria.


Sus 47 años de existencia están plagados de lucha, pasión, arte, enfermedades, amor, encuentros, desencuentros y adicciones.


En 1973 se cumplían 10 años de su muerte. 


Yo había comprado, en 1971, un disco suyo en El Rastro, vinilo que he escuchado miles de veces (tenía muy pocos y los repetía obsesivamente) y que aún me acompaña. La inmensa generosidad de la Piaf hace que la cara B la ocupe Théo Sarapo, cantando juntos la última canción: "A quoi ça sert l'amour?". 


Armada con esas mimbres; con una biografía escrita por su hermanastra, Simone Berteaut, publicada en español en 1970 y con tres libros que habían ido saliendo, en francés (que también conservo) con motivo del aniversario; pero armada, sobre todo, por mi pasión hacia la mujer y su personaje, me entregué durante semanas a elaborar un largo reportaje (12 folios): "La Môme Piaf: 'La mort, ça n'existe pas'".


Me presenté, sin conocer a nadie, en la mejor revista musical de entonces: "Mundo Joven".


Así eran la audacia y los tiempos.


No sólo me publicaron el reportaje: le dedicaron la portada y, además, me pagaron tres mil pesetas, un auténtico dineral para la época, que empleé, entre otras cosas, en comprar más discos de la Piaf.


María Ángeles Sánchez

https://www.instagram.com/p/CXqUpXRoLbj/?utm_medium=copy_link