SANTA LUCÍA. SEVILLA, 1994.
Los sevillanos sienten una gran devoción por una imagen de Santa Lucía, del siglo XVI y muy bella factura, que se guarda en la iglesia gótico mudéjar de Santa Catalina de la calle Alhóndiga, donde tiene la sede su hermandad.
Hasta allí acuden masivamente en su día para besarle la mano derecha, en cuyo regazo sostiene la palma del martirio.
Con el paso del tiempo, la policromía ha ido desapareciendo por el goteo incesante de besos y posterior limpieza con un pañito.
Todas estas tradiciones que comportan un contacto físico se han modificado tras la pandemia.
En la mano izquierda, la santa de Siracusa lleva el platillo con los ojos que, según leyendas medievales, le arrancaron soldados romanos.
Dios le concedió unos nuevos, aún más hermosos que los anteriores.
Por eso es protectora de la vista.
María Ángeles Sánchez
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