DOMINGO DE RAMOS. ELCHE.
Los palmerers y sus familias viven uno de sus momentos de gloria durante la procesión del Domingo de Ramos, cuando ven lucir esplendorosamente su trabajo de meses.
Ellos mismos suelen exhibir con legítimo orgullo algunas de las palmas más elaboradas, entre las cuales se establece cada año un concurso.
En sus manos recae todo el proceso, desde el encapuruchado de las ramas de la palmera (para que la palma salga blanca) hasta el minucioso trenzado de la misma, que constituye a menudo una verdadera obra de arte.
Suelen reproducir elementos del Misteri d’Elx, la Venida de la Virgen y el patrimonio artístico (Dama de Elche incluida), natural y cultural ilicitano.
Son fruto, sobre todo, de la paciencia, el amor, el esfuerzo y el sentido de la belleza de quienes las han estado trabajando, en ocasiones durante más de cincuenta horas.
El palmeral ilicitano, el mayor de Europa y de donde procede esta maravilla, ha sido declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
María Ángeles Sánchez
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