martes, 18 de julio de 2023

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ESTÍPITES Y LUNA LLENA. SANTA POLA (ALICANTE), 2020.


Yo no sabía lo que era un estípite hasta que mi amigo José Enrique Gomis, con su sabiduría, le puso nombre. Desde entonces, ya no se me olvida.


Para mi fortuna, los durísimos tiempos del confinamiento y los primeros meses de la pandemia los tuve que vivir en Santa Pola, donde estaba en marzo de 2020 por pura casualidad.


Madrid, como me advertían mis hijos (ante mi incredulidad, ignorancia y deseos de volver), era la “zona cero” y mi maravilloso oncólogo, Rafael Álvarez, me dio una orden tajante: “Haz una compra grande de comida y no salgas de casa”.


Así estuve 58 días, sin pisar la calle.


Para mi fortuna, pude contar con la ayuda y solidaridad de dos de mis amigas del colegio, María José Picó y Enriqueta Sanmartín. Gracias a ellas ese tiempo fue posible y no se convirtió en una pesadilla. Mi gratitud es inmensa.


Cuando ya pudimos salir, los alicientes principales de nuestros paseos vespertinos eran el mar, la arena, el puerto, la luna llena… ¡y los estípites!


Fotografiarlos se convirtió en un enorme placer.


Pasó marzo, pasó abril, pasó mayo, pasó junio, pasó julio… y el 25, día de Santiago, emprendí (acompañada por Picó y Enriqueta) la vuelta a una casa madrileña de la que me había alejado a comienzos de marzo, con una maleta de fin de semana.


¡Parece mentira! ¡Y fue antes de ayer!


María Ángeles Sánchez

#instagram @mariangelessanchez52