LA MAGDALENA. LLANES (ASTURIAS), 1986.
“Somos de la Magdalena
aunque nos cueste la vida
aunque nos pongan al frente
cañones de artillería”.
Así cantan los integrantes del Bando de la Magdalena, el 22 de julio. Los otros dos bandos fundamentales en las fiestas de Llanes son San Roque (16 de agosto) y la Guía (8 de septiembre).
No hay mejor ni peor, aunque esta afirmación posiblemente no sería suscrita por ninguno de los tres bandos en los que están apasionadamente divididos desde el siglo XIX. Lo que sí hay es una rivalidad sana y legendaria por hacer las mejores fiestas.
Todas ellas constituyen una ocasión espléndida para disfrutar del folklore llanisco. Y para saborear el ambiente de una villa abocada al mar, en la que el desarrollo turístico no ha podido, por fortuna, con algunas de sus más arraigadas tradiciones.
Por ellas desfilan hogueras, danza prima (de la que Aurelio Campmany conjeturaba en los años treinta del pasado siglo que hunde sus raíces en cultos celtas), aldeanas, porruanos, procesiones, “ramus” y exhibiciones de danzas propias de cada bando, así como, entre otras, el ancestral pericote (del que se dice que nació en Cue), el fandango de Pendueles y el corri-corri de Cabrales.
Como señala la letra de uno de sus cantares: “Olvida la amarga pena y alégrate, corazón, que viene la Magdalena, derramando a manos llenas, contento y animación”.
María Ángeles Sánchez
#instagram @mariangelessanchez52