sábado, 1 de enero de 2022

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EL PERRERO, EN NAVA DE FRANCIA (SALAMANCA). 2002. Toscamente vestido con una especie de sayal, con un enorme collar al cuello rematado con una cruz, campanilla en un tobillo y látigo en la mano, el Perrero recorre las frías calles desde el amanecer hasta las 12.00 de la mañana (hora de la misa) del último día del año. Va acompañado de dos mayordomos, o alguaciles, con varas muy adornadas, que piden el aguinaldo, mientras el Perrero asusta (es un decir) y corre tras los niños y niñas que le provocan. Con ellos, el tamborilero, con su dulzaina y tamboril, interpreta jotas, pasodobles y picados serranos. Cuando se podía, entraban en las casas (una treintena), donde les obsequiaban con embutido, dulces típicos de la sierra de la Peña de Francia y aguardiente. Perdida durante unos años, la fiesta se recuperó a finales de los noventa del pasado siglo.

María Ángeles Sánchez

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