domingo, 9 de enero de 2022

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FIESTA DEL NIÑO PERDIDO. VALDENUÑO FERNÁNDEZ (GUADALAJARA). 1982.


¡Hace ya cuarenta años de tantas cosas! ¡Y de tantas fiestas!


En Valdenuño Fernández la celebración, prohibida por el obispo, reapareció en 1973, tras quince años de ausencia.


Yo pude disfrutarla en 1982.


La botarga, con su traje multicolor, su máscara, su palo, sus cencerros y cachiporra (con la que persigue sobre todo a los forasteros y a las chicas) va de casa en casa recogiendo dinero, tributo que también exige a la puerta de la iglesia, el domingo siguiente a Epifanía.


Durante la misa (en la que irrumpe transgresoramente la botarga) y a lo largo del recorrido de la procesión, los danzantes interpretan el paloteo.


Para Caro Baroja, "esta botarga que nos parece tan castellana, tan específica de estas tierras altas, secas y frías, tiene sin embargo una raíz europea, medieval, evidente a mi juicio", ligándola con los bufones pagados por los municipios, que salían con motivo de las festividades especiales.


María Ángeles Sánchez

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