Vuelve hoy la trilogía festera, durante la cual se suceden las dianas, entradas cristiana y mora, procesiones en honor a Sant Jordi, alardos (batallas de arcabucería), estafetas, embajadas (duelos dialécticos); aparición del niño Sant Jordiet, montado en un caballo blanco de cartón, tras las almenas del castillo en disputa y soparets (la cena es el sopar, en valenciano).
Todo ello envuelto en pasodobles y sensual música festera (con más de cuarenta bandas), espectaculares trajes, color, lujo, fantasía, estruendo y olor a pólvora.
En un ritual perfectamente establecido, con pasos prefijados hasta límites que en otras tierras menos laboriosas y disciplinadas serían difícilmente imaginables. Y que ordenan la desbordante fiesta.
En 1997, Nuria Martínez Molina consiguió, a sus 25 años y a pesar de la controversia y la dimisión de los varones que se oponían, ser la primera mujer aceptada como miembro de pleno derecho en una de las 28 filaes (la cristiana Alcodianos) existentes, iniciando un camino salpicado de dificultades que, a pesar de sus indudables avances, aún no ha desembocado en la necesaria normalidad.
María Ángeles Sánchez
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