martes, 27 de septiembre de 2022

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EL VÍTOR. MAYORGA DE CAMPOS (VALLADOLID), 1991.


La pez ardiente de los pellejos encendidos (que cuelgan del extremo de unos largos palos), al fundirse, gotea lentamente, formando extrañas imágenes no exentas de belleza.


Es el Vítor de Mayorga de Campos, con el que se conmemora el 27 de septiembre, por la noche, la llegada al pueblo de las reliquias de su hijo más preclaro, Santo Toribio, trasladadas desde Lima (Perú) en 1737.


Una compacta comitiva, ataviada con los más estrafalarios y protectores (para no quemarse) ropajes, rematados con amplios sombreros de paja, pañolones y recios guantes, acompaña el recorrido del estandarte, que finaliza en la ermita, donde se canta la salve popular y el himno de Santo Toribio.


María Ángeles Sánchez

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