jueves, 4 de mayo de 2023

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FIESTA DE LAS CRUCES. EL PINAR (EL HIERRO), 1996.


Hoy es día grande en El Pinar, pequeña localidad herreña cuyo calendario está salpicado de celebraciones, que siguen marcando la vida cotidiana de los piñeros, tremendamente arraigados a sus tradiciones, a sus ritos, a sus cosas. 


Su carácter, guerrero y decidido, se deja sentir incluso en los piques entre barrios que, en este caso, no hacen sino engrandecer y embellecer la fiesta.


Hay dos núcleos: Las Casas y Taibique. Y ambos tienen a gala hacer las mejores cruces.


La responsabilidad sigue estando en manos femeninas. Para vestir y presentar la cruz son cinco chicas solteras, aunque a veces ayudan algunas casadas. 


Ramona Padrón, una de las jóvenes que en 1996 se encargaba de vestirla, me decía: “Recurrimos a menudo a la cruz. Nos gusta, se acuerda una de ella y por eso le reclama: ‘Cruz bendita, tú que tienes poderío’. Y la cruz casi siempre responde”.


Llevan en absoluto secreto las formas y colores.


Y el 3 de mayo disfrutan del trabajo realizado, que es exhibido en procesión.


En ella, como en casi todas las fiestas herreñas, toman parte los bailarines, que danzan incansablemente a los sones de los pitos, tambores y chácaras (castañuelas).


También ese día se interpretan las medas, cantares encadenados con dos versos fijos, a los que se denomina responder.


A pesar de que el responder puede tener un tono religioso, lo que sigue es imprevisible y está presidido a menudo por el pique con el contrario.


Toda una demostración de repentismo e ingenio.


María Ángeles Sánchez

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