jueves, 2 de febrero de 2023

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LA CANDELARIA. FRESNEDOSO DE IBOR (CÁCERES), 1990.


Tiene esta pequeña fiesta un delicioso sabor a pueblo y a verdad. Las gentes, como suele suceder en Extremadura, son extraordinariamente abiertas y acogedoras; el ambiente es recogido, hacia adentro, de donde nacen las cosas que realmente merecen la pena.


Nada está pensado para el turista; pero todo resulta cercano al forastero que llega hasta allí con el ánimo respetuoso y dispuesto.


Entre sus atractivos figura la hermoso indumentaria que portan las jóvenes que la protagonizan. Su presencia es constante, tanto durante la procesión de la Virgen de las Candelas –que llevan en andas– en torno a la iglesia, como en el interior del templo.


Allí sueltan las palomas que, con largas cintas atadas a sus patas, comienzan a revolotear frenéticamente en los aledaños del altar mayor. 


Es, sin embargo, la imagen de la Virgen la que centra toda la atención. Con una vela encendida en la mano, ante Ella desfilan las madres con sus niños pequeños para implorar su bendición.


Cánticos de rancio sabor y subasta de elaboradas roscas de piñonate completan el ritual.


María Ángeles Sánchez

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