LETRA Y FIRMA DE MIGUEL HERNÁNDEZ; AL FONDO, SU CASA. ORIHUELA (ALICANTE), 2010.
Le nacieron el 30 de octubre de 1910 en Orihuela (Alicante).
Y él se nació poeta. Desde el primer día.
Después de su ominosa muerte en la cárcel de Alicante (una vez más, le murieron. Fue en 1942), su viuda, Josefina Manresa, buscó refugio en Elche.
Era la mayor de los hermanos, huérfanos. Con ellos, su pequeño hijo, Manuel Miguel.
Carmen Manresa, una de las hermanas de Josefina, fallecida en 2007, era muy amiga de mi madre, quien siempre me nombraba a "la cuñada del poeta". Un día, finalmente, pude conocerla.
Le brillaban los ojos al hablarme de Miguel, de su bondad, de su alegría, de cómo se preocupaba por todo el mundo, de cómo ejerció de padre con ella y sus hermanos.
Me dijo algo que se me quedó profundamente grabado: "Nena, fíjate si era bueno que cuando venía del frente, como en la casa sólo había una cama, él se acostaba en el suelo, para que Josefina y nosotras pudiéramos dormir más cómodamente".
Eso en un hombre joven, recién casado, que, al mismo tiempo (1938-1939), estaba escribiendo estos versos en el poema "Hijo de la luz y de la sombra":
"El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque".
Ello da idea cabal de la inmensa valía de un ser humano, descrito así por su amigo y protector, Vicente Aleixandre: "Quien lo necesitase a la hora del sufrimiento o de la tristeza, allí le encontraría, en el minuto justo".
María Ángeles Sánchez
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