viernes, 20 de enero de 2023

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LA VAQUILLA. FRESNEDILLAS DE LA OLIVA (MADRID), 1993.


La fiesta corre a cargo de los judíos, o motralones, solteros y mayores de 14 años.


Van vestidos con monos de vivos colores, con enormes cencerros (o zumbas) a la espalda.


Junto a ellos figura la vaca que, valiéndose de un armazón de madera en forma de lomo del animal, recubierto de piel de vaca y rematado con una sólida cornamenta, se dedica a embestir al alcalde y al alguacil, dos de los principales personajes, quienes han guardado para hoy su mejor traje.


El contrapunto grotesco lo ponen la hilandera (llamada, y con motivo, guarrona) y el escribano, que se dedican a recaudar dinero valiéndose como arma de un supuesto libro de cuentas en el que han ido pegando escenas extraídas de revistas pornográficas.


Cuando llega la hora de la misa en honor del patrono, San Sebastián, la vaca deja fuera el armazón, mientras que los judíos depositan las zumbas, cubriendo su cabeza con una manta o con un abrigo. Tras ella, toman parte en la procesión.


Lo demás son carreras en tropel, saltos, risas, atronador estruendo de cencerros y la magia de una fiesta conservada por quienes de verdad la disfrutan.


María Ángeles Sánchez

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