miércoles, 10 de agosto de 2022

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PROVA DE L'ÀNGEL. MISTERI D'ELX, 1991.


Es la fiesta de los niños, en una celebración teóricamente no muy adecuada para ellos, pero que en la práctica se revela hipnotizadora.


En la Prova de l'Àngel (la Prueba del Ángel), que se lleva a cabo en la tarde del 10 de agosto, lo que se dilucida es la capacidad de los escolanos para subirse en alguno de los tres aparatos aéreos que descienden y ascienden desde el cielo hasta el cadafal (25 metros) durante el Misteri.


Tanto en la Mangrana como en el Araceli y en la Coronación, intervienen niños.


En el caso de la Mangrana, es un pequeño que va solo dentro de una granada, cuyos ochos gajos se abren. Suspendido en las alturas, recibiendo todo el vaho de la humanidad que abarrota el templo en pleno mes de agosto, tiene que ponerse a cantar. Y se pone. ¡Vaya si se pone!


Después vendrá el Araceli y, por último, la Coronación. 


Mientras todo eso sucede, la basílica está llena de niños y de niñas. Algunos se mueven, juegan, hablan, se duermen; pero otros permanecen totalmente absortos en la contemplación del prodigio.


Esta forma relajada y familiar de introducirse en la Festa es, sin duda, la mejor.


Pero si meritoria es la actitud de los pequeños espectadores, qué decir de los niños que representan los papeles infantiles (entre ellos, los dos solistas principales: la Maria y el ángel), cantando en esas difíciles condiciones de una manera extraordinaria y, casi se diría, celestial.


María Ángeles Sánchez


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