martes, 16 de agosto de 2022

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LA LOA. LA ALBERCA (SALAMANCA), 1995.


No se puede ser la representación del mal teniendo más cara de buena persona.


Isidro Luengo, el diablo de la Loa de La Alberca, que cada 16 de agosto se escenifica en honor de la Virgen de la Asunción, es el presidente de la agrupación cultural Cateja Teatro, en cuyas manos descansa este auto sacramental de gran ingenuidad y belleza.


En él, bien y mal se enfrentan en forma de ángel, demonio, serpiente, diablillos, pastor, dos galanes, siete pecados capitales y siete virtudes teologales.


Las siete bocas de las siete cabezas de la serpiente (en realidad, un dragón) vomitan fuego y el demonio, que cabalga sobre el monstruo, acaba lógicamente humillado.


La Loa es el gran acto de la tornafiesta albercana, que celebró ayer el Diagosto, con la procesión de la Virgen por las hermosas calles engalanadas, acompañada de los estandartes de todas las cofradías, seguida por el ritual ofertorio y ramajeras y danzadores tejiendo el ramo.


Todo ello con la deslumbrante belleza de la vestimenta tradicional, especialmente el rico y elegante traje de vistas femenino.


María ÁLA LOA. LA ALBERCA (SALAMANCA), 1995.


No se puede ser la representación del mal teniendo más cara de buena persona.


Isidro Luengo, el diablo de la Loa de La Alberca, que cada 16 de agosto se escenifica en honor de la Virgen de la Asunción, es el presidente de la agrupación cultural Cateja Teatro, en cuyas manos descansa este auto sacramental de gran ingenuidad y belleza.


En él, bien y mal se enfrentan en forma de ángel, demonio, serpiente, diablillos, pastor, dos galanes, siete pecados capitales y siete virtudes teologales.


Las siete bocas de las siete cabezas de la serpiente (en realidad, un dragón) vomitan fuego y el demonio, que cabalga sobre el monstruo, acaba lógicamente humillado.


La Loa es el gran acto de la tornafiesta albercana, que celebró ayer el Diagosto, con la procesión de la Virgen por las hermosas calles engalanadas, acompañada de los estandartes de todas las cofradías, seguida por el ritual ofertorio y ramajeras y danzadores tejiendo el ramo.


Todo ello con la deslumbrante belleza de la vestimenta tradicional, especialmente el rico y elegante traje de vistas femenino.


María Ángeles Sánchezngeles Sánchez

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