DRAC DE VILAFRANCA (BARCELONA). 1993.
Siento un cariño especial por la Festa Major de Sant Fèlix, en Vilafranca.
Fui por primera vez en 1983. Y ahí pude tomar una de mis fotografías preferidas: la del niño mirando en el interior de un cabezudo depositado en tierra.
Además, los fotógrafos experimentados tuvieron la generosidad de dejarme compartir su estratégica escalera para poder captar la espectacular entrada de la imagen en la basílica, al término de la procesión.
Esas cosas no se olvidan.
Otra de mis fotografías favoritas es ésta del drac, que hice diez años después en Tarragona, durante la Mostra del Folklore Viu dedicada al Bé i el Mal, en la que Jordi Bertran estuvo tan implicado. Y que supuso el comienzo de nuestra larga historia de amistad, cariño y complicidad. Siempre sumando.
Entre otros muchos proyectos compartidos, mi exposición "El Bien y el Mal en la tradición festiva española", junto a otros dos amigos inolvidables: José Luis Lorenzo (Tijarafe, La Palma) y Ángel Carril (Salamanca).
En ella, el drac de Vilafranca es una de las imágenes más relevantes.
La veo, además, cada día en el salón de mi casa. Y en la de uno de mis hijos.
Las fiestas generan momentos de gran belleza y elegancia.
Y yo disfruto tratando de captarlos.
María Ángeles Sánchez
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