sábado, 13 de agosto de 2022

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NIT DE L'ALBÀ. ELCHE.


"El año que viene, que nos volvamos a reunir".


Ese era, indefectiblemente, el deseo de mis padres cada medianoche del 13 de agosto, una vez culminada la palmera de la Virgen, cuando todos los miembros de la familia nos abrazábamos.


Una cita para nosotros, y creo que para muchos ilicitanos, tan sagrada como la Navidad.


La noche de hoy es muy especial.


No son fuegos artificiales al uso. Los cohetes, las bengalas, las palmeras, se esparcen por toda la ciudad, aunque su lanzamiento mayoritario se concentra en una docena de puntos establecidos por el Ayuntamiento.


Pero desde miles de "terraos" la gente lanza también sus propios cohetes, bengalas y, ocasionalmente, alguna palmera. 


Y, sobre todo, se reúne para contemplar en familia y entre amigos y vecinos del edificio el maravilloso espectáculo, que se prolonga entre las once y cuarto y la medianoche.


A esa hora mágica todas las luces se apagan y emerge, desde el terrado de la basílica de Santa María, la palmera de la Virgen que es, para nosotros, el símbolo de la plenitud.


Cientos de miles de ojos se concentran en ella, aunando, por unos instantes siquiera, anhelos y voluntades. Su resplandor llega a todos los corazones.


Cuando se apaga el último rescoldo surge, brillante, la imagen de la Maredéu, que se orienta a los cuatro puntos cardinales de la ciudad, para bendecirla.


Desde hace unos años suena el Gloria Patri del Misteri.


Y brota ese "fins a l'any que ve", que está en el deseo, en la fuerza y, hoy, en la memoria de todos.


María Ángeles Sánchez


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