Por un breve lapso de tiempo fue mía. Y yo de ella. Las dos a solas.
Lo recuerdo como uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
Estaba dirigiendo el primer libro de protocolo del Ayuntamiento de mi ciudad: "Elche, mirada interior". Publicado en 1998, en él me acompañaron grandes amigos y profesionales ilicitanos: Ana María Drack, Gaspar Maciá, Rafael Ramos, Vicente Verdú y Vicente Molina Foix. Y dos excelentes fotógrafos: Jaime Brotons y Joaquín de Haro.
El Museo Arqueológico Nacional nos facilitó un permiso especial, a fin de poder fotografiar tranquilamente, a gusto y a fondo, su pieza más emblemática: la Dama de Elche.
Ello nos permitió, a Jaime Brotons y a mí, acceder al museo, cerrado al público, en unas condiciones excepcionales.
Trabajamos durante una jornada muy intensa.
Jaime había venido desde Elche con su gran equipo.
En un momento determinado, tuvo que acercarse al coche a recoger algo que necesitaba.
Y ahí me vi yo, absolutamente sola, junto a mi Dama; con ese busto ibérico tan excepcional y que tanto nos llega a los ilicitanos, para mí sola.
Fueron unos minutos de profundo diálogo, de una belleza y de una intensidad como pocas veces recuerdo.
Me costaba hacer fotos: a veces hay que elegir entre fotografiar y vivir.
Yo hice las dos cosas. Lo viví, con esa emoción que se me ha quedado indeleblemente grabada; pero también fotografié.
Y fotografié ese contraluz con la Dama de perfil y con el trípode y la cámara de Jaime preparados para continuar su trabajo.
Es una de mis imágenes favoritas.
Hoy se cumplen 125 años del hallazgo de la Dama de Elche, el 4 de agosto de 1897, por Manuel Campello, en La Alcudia ilicitana.
María Ángeles Sánchez
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